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La arquitectura como un acto de empatía

Son pocas las edificaciones que han sido diseñadas con la experiencia y emociones del usuario en mente, la mayoría de espacios que habitamos fueron concebidos con objetivos prácticos o económicos, dejando grandes consecuencias en nuestra salud mental y desarrollo emocional, puesto que como lo menciona el arquitecto Juhani Pallasmaa en ‘Empathic and Embodied Imagination: Intuiting Experience and Life in Architecture’ “Los espacios arquitectónicos no son sólo escenarios sin vida para nuestras actividades, guían, coreografían, y estimulan acciones, intereses y estados de ánimo, o en el caso contrario, los sofocan y prohíben.”

La empatía juega un papel importante en el diseño de espacios conscientes sobre las necesidades del ser humano, no sólo físicas, sino también emocionales. La arquitecta Sarah Robinson expresa en ‘Boundaries of skin: Jhon Dewey, Didier Anzieu and Architectural Possibility’que “Todas las grandes religiones mantienen la compasión, una variación de la empatía, como enseñanza principal. Sin embargo, estos puntos de vista han sido marginalizados por el énfasis occidental en el individualismo, la industrialización y el progreso tecnológico a toda costa. Desafortunadamente este paradigma dominante es responsable de gran parte de nuestro paisaje arquitectónico contemporáneo.”

La arquitectura empática y el sistema penitenciario

Probablemente las edificaciones que reflejan mejor la falta de empatía y entendimiento hacia las necesidades básicas del usuario son las cárceles. Jessica Patrick, en su investigación ‘Developing an Emotionally Intelligent Architectural Language: Raising E.Q in Prison Architecture’ expone las problemáticas actuales de la arquitectura penitenciaria, y propone un cambio en la percepción, funcionamiento y reintegración a la vida social en el sistema carcelario actual, mejorando la calidad de vida y el estado emocional de sus habitantes; argumentando que “implementar un lenguaje arquitectónico emocionalmente inteligente en la arquitectura carcelaria es una forma de rehabilitar nuestro sistema correccional roto.”

Dentro de las problemáticas que la investigadora encuentra, está la terminología del lenguaje carcelario, la cual sustituye por una más amena y comprensiva, como, por ejemplo: peligro por seguridad, ansiedad por calma, odio por amor, celdas por habitaciones y oscuridad por luz.

Otras de las problemáticas son el aburrimiento, la falta de luz natural, interrupción del ritmo circadiano, falta de acceso a la naturaleza, aislamiento, falta de conexión con una comunidad, falta de responsabilidad, estrés crónico, y el ruido no deseado. Por medio de la detección de estas problemáticas, Patrick propone un diseño autosostenible en el cual se tienen en cuenta estrategias como la variación en elementos arquitectónicos y materialidad; invitar a mayor movimiento físico; proveer luz natural en todas las áreas; reemplazar esquinas por curvaturas; visuales hacia el exterior, el cielo diurno y nocturno; rodear el proyecto de naturaleza; establecer rutinas diarias; dar opciones y responsabilidades a los residentes; buena ventilación, privacidad, y diseño del paisaje sonoro.

Además de esto se resalta la importancia de establecer una comunidad, disminuir estigmas, y recuperar la dignidad humana por medio del uso de actividades diarias como: la agricultura, talleres, cocina, y un mercado. La arquitectura es una potente herramienta para mejorar el comportamiento y salud mental de las personas, puesto que como expresa Pallasmaa, “cuando diseñamos espacios físicos también estamos diseñando, o especificando implícitamente distintas experiencias, emociones y estados mentales.” Diseñar espacios que nos recuerden lo que significa ser humanos disminuye la probabilidad de cometer actos que atentan contra dicha humanidad.


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