El Instituto Salk, ubicado en La Jolla, California, nace gracias al cambio de escenario que buscó el científico Jonas Salk al encontrarse cansado y desanimado en su laboratorio pobremente iluminado, y ver que sus esfuerzos por crear una vacuna contra la poliomielitis no daban resultado. Al viajar a Italia y conmoverse por la belleza de la ciudad de asís, encontró la inspiración que necesitaba para finalizar su trabajo. Esta experiencia lo motivó a cuestionar la relación directa entre la arquitectura y el cerebro, y a crear un instituto que contuviera las condiciones óptimas para fomentar la creatividad, la inspiración, el bienestar físico y el bienestar intelectual.
Con esta idea en mente Salk contactó al arquitecto Louis Kahn para realizar el diseño del instituto, convirtiéndose en el primer referente de neuroarquitectura en el mundo, puesto que se proyectó teniendo en cuenta el funcionamiento del cerebro y cómo los espacios afectan su desarrollo.
El proyecto proporciona visuales inspiradoras que invitan a la meditación, esto se logra, principalmente, por medio de la simetría de los edificios, separados por una plaza elevada sobre el nivel del terreno, pavimentada en traventino, diseñada en colaboración con el arquitecto Luis Barragán. Cuenta con una fuente central, que no sólo honra la pureza de la edificación, sino que también la conecta con el cielo y el océano pacífico, alineándose con el sol durante cada equinoccio.
El instituto consiste en dos bloques rectangulares de laboratorios a los cuales se adosan dos tipos de torres: en un costado se encuentran las torres que contienen las circulaciones del edificio; y en el costado opuesto se encuentran los estudios particulares de los científicos, estos se separan de los laboratorios por medio de puentes y escaleras, marcando una diferencia tanto física como psicológica entre los espacios. Cada torre se separa entre sí por un patio interior, además de esto, lo estudios cuentan con visuales hacia el océano.
El uso de machones de concreto dentro de la estructura, permite que los laboratorios sean espacios sin obstáculos, haciéndolos versátiles y adaptables a las necesidades de sus ocupantes, además se usan materiales resistentes, duraderos y de fácil mantenimiento. Al exterior de la edificación se genera un contraste entre el concreto rojizo, gracias a un aditivo puzolánico, los detalles en madera teca y el pavimento blanco de la plaza central.
El instituto Salk ejemplifica la importancia de incluir la experiencia y el recorrido del usuario dentro del diseño de la edificación, generando emociones a través de recursos naturales como el agua, el sol, y la materialidad, brindando visuales poéticas que inspiran creatividad y estimulan el cerebro.


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